LO AFORTUNADO QUE ERES


“Hasta que no te pase a ti, no lo entenderás”, esta frase puede ser cruda, pero considero que no es nada más que la verdad.
La preocupación incrementa, más cuando sabes que muchos de tus familiares están expuestos, uno más que otros. Por ejemplo, el caso de mi familia en New York, donde el pico de infectados ha igualado a Italia y con un presidente, sin lado humanitario, que espera llegar a peores cifras para tomar medidas que protejan a sus civiles. ¡Vaya, país de primer mundo!
Hace dos semanas, dentro de una constante rutina de videollamadas con los familiares del extranjero, noté la preocupación, además de una careta de mis primos. Los oía deprimidos y hasta dejaron de contestar las llamadas.

Una historia de Instagram hizo que nos alertara.
Karla, mi prima, había subido una foto junto a su papá con un texto ¨Daddy, you are strong. We are waiting at home¨, inmediatamente nos trasladó a pensar en el peor de los casos.
Mi tío estaba infectado con el Covid-19, un hombre de más de 60 años, catalogado como población vulnerable. Ese día nos dio un ¨bajón¨ emocional en casa. Un familiar tenía esta temida enfermedad sin cura. Teníamos muchas preguntas sin respuestas, cada vez que intentábamos llamar a mis primos ellos no contestaban. Eran obvios los porqués al igual que entendible. Estaban devastados.

Y es que, si reflexionas, eres alguien tan afortunado de estar sano y que tus familiares cercanos o seres queridos también lo estén. Afortunado de estar en Perú, donde mal que bien, se tomaron medidas preventivas rápidas en comparación con otros países afectados. Es cierto, no a todos les favorece, incluso perjudica hasta el punto que otros solo encuentran soluciones delictivas; sin embargo, hay que ser consciente que, si no se tomaban estas medidas 
muchísimas más personas estarían infectadas y/o muertas.

Respetar el aislamiento es complicado, sobre todo, si eres de esas personas que deambulan de un lado a otro y ahora te obligan a estar encerrado. Y más si al salir tienes que protegerte, es decir, cumplir con ciertas normativas que anteriormente no existían, que rompe con las costumbres, como el hecho de usar mascarillas, desinfectarte antes de entrar a tu casa y todos los productos que traes. Todo un protocolo.

Pero medita: ¿Cuán afortunado eres? quizá no tienes que estar pensando en cómo está siendo tratado algún familiar en el hospital, si come, si está con respirador mecánico o si empeoro, no tienes que estar angustiado si puede curarse o no, o si en el peor de lo casos fallece y no puedes ni despedirte de su cuerpo. Una cremación dispuesta por el gobierno mas no por la voluntad del fallecido. O peor, ser tú el infectado. Pensar que contagiaste a tus padres, hermanos, abuelos. Ser internado y no saber cómo será tu procedimiento de cura, si la enfermedad te trata mal, porque, supongo que, ya sabes que no a todos les da los mismos síntomas. Donde solo quedará la incertidumbre en la pregunta, si volverás a ver a los tuyos.

Pensando de forma fatalista, no estamos lejos de eso. Entonces desde esa perspectiva, el aislamiento no es difícil de realizar, es simple, frente a todo lo que puedes pasar o sufrir cuando el covid-19 está cerca o dentro de ti.

¿Imagínate estar ahora en una ciudad como New York? ¿Ves que afortunado eres?

Tintin L.

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