TAPAS Y BOTONES.
Los sumerios inventaron un sistema de escritura Cuneiforme, y a la vez estos fueron los primeros en archivar conocimientos en textos, en teoría fueron los primeros en hacer libros. El arte de hacer libros de la manera contemporánea se remonta a un par de siglos atrás y cada año va evolucionando hasta los eBooks que conocemos hoy en día.
Claro está que la mayoría de lectores prefieren los libros físicos ya sea por la textura, por la sensación del papel, olor y simple monería de tener una colección. A la vez, hay un grupo de amantes de la buena literatura que han hallado confort en los libros electrónicos por el espacio que ocupan dentro de algún dispositivo electrónico, el costo (en su mayoría sin costo alguno), por la facilidad de llevarlos a cualquier lado, imaginemos lo divertido que es pensar en una reunión de lectores electrónicos y lectores de libros convencionales, y que todos llevaran sus sendas colecciones de libros.
Creo, como fiel seguidor de las versiones físicas y buen coleccionista de libros antiguos, que en el infierno existe un circulo para lectores convencionales. Donde todos los que solemos conseguir de alguna manera la versión física de los libros, sin considerar el uso de papel o de recursos no muy ecológicos, estamos condenados a cargar cajas con la cantidad de libros que hayamos podido comprar en vida sin poder leerlos por toda la eternidad.
Esto me lleva unos años atrás en la memoria, en aquellas épocas conocí la lengua de Cervantes y los perturbadores pensamientos de Bukowski, teniendo solo 14 años. Sin embargo, solía sustraer unos soles de los abrigos de mi madre para ahorrar y así tener las versiones físicas de los libros que podía hallar en la web. Fue así como pude conseguir mi versión de Los heraldos negros, en versión tapa dura antigua, o la edición completa de Tradiciones peruanas, o mis libros en idiomas originales, lenguas que no pude leer sino hasta años mas tarde. Quizás esta compra impulsiva de libros me llevó a la necesidad de aprender idiomas además de los que ya hablaba en ese entonces.
Fue así como comenzó uno de los momentos mas divertidamente inciertos con respecto a gusto y pasión por las letras. Al ingresar a la facultad de letras de la universidad San Marcos, gracias a un taller que un amigo vio a bien invitarme a mis cortos 16 años, supe que mi vida estaría encamida en los textos. Estos talleres me llevaron a tener amigos que, un año mas tarde, me conseguirían mi primer empleo en una editorial, lo que ellos llamaban como ‘El puesto mas importante en la editorial’. Esa oficina, al estar llena de escritores, habían dos cosas que no podían faltar en las improvisadas reuniones para debatir sobre Borges o Ribeyro, los cigarrillos y el café. Mi trabajo, en ese entonces, era preparar las tazas de café y asegurarme que los paquetes de cigarrillos no bajen de 4 en la mesa, los de menta, los de tabaco puro, los de tabaco negro y unos cigarretes de hebras de tabaco con acerrín, pero bueno, costaban 2 soles el paquete de 20 cigarrillos.Más allá del sueldo módico que recibía por ser un trabajador informal siendo menor de edad, eran los libros de obsequio que llegaban a la oficina para todos sus trabajados. Así conocí a muchos de mis amigos, algunos escritores de renombre hoy en día, quienes tuvieron el mejor gesto de dejar un ejemplar de su publicación para ‘el chico del café’.
Pasó el tiempo y la editorial, además del puesto de asistente editorial, me dio la oportunidad de incluir un par de mis textos en un compilado de cuentos que se publicarían ese mismo año. Recuerdo con el corazón esos momentos, y a la vez agrandaron mi entrada al circulo del infierno mencionado antes.
Cuando cumplí 19, y ya tenía un par de años en la facultad de lenguas, donde estudié traducción e interpretación de idiomas, ya tenía colecciones interminables de libros, reediciones y libros que había comprado y no había leído hasta el momento. Tuve la oportunidad de ser ponente en la feria internacional del libro en lima, y en la Feria del Libro en Lima Norte, ese día tuve que escaparme unos minutos del salón de reuniones, luego de la ponencia, para comprar un bolso en el mercado a unas cuadras de la feria para poder guardar los libros que recibí como regalo aquel día.
Pasó un año desde aquel acontecimiento y justo el día de mi cumpleaños numero 20 mi madre me regaló una tablet, fue ese el momento en el que mi colección se intensificó, descargando versiones en pdf de los libros, me aseguraba, en la mayoría de casos, que estas versiones sea reconocidas por la editorial y así asegurarme de no caer en la piratería, confieso que no tuve éxito en todos los casos.
Fue ese el mismo año en que tuve mi primer amorío intenso, debo resaltar que ya no tenía empleo, me dediqué solo a la música y la universidad desde que entré a la facultad de lenguas, y fue así como mi estabilidad económica fue en decadencia. Ahora con el compromiso de tener una novia, mis colecciones originales y autografiadas se convirtieron en rosas y chocolates que seguramente no lo valían, pero era impulso del momento. Recuerdo claramente como mis colecciones de Rimbaud se convirtieron en una carrosa de dulces con un peluche, mi muy apreciada edición completa del libro del Bibliotecario mendigo se convirtió en una salida al cine, y mis libros de Ribeyro, una llave de cuarto en un hotel cualquiera.
Cuando este amorío terminó, lamenté mas de una vez la venta de mis ejemplares y es así como traté de volver a comprar en ferias cachineras de libros, sin tener éxito en la mayoría de los casos. Me tuve que conformar con las versiones pdf de estos libros perdidos meses atrás, fue así como me reconcilié con la tecnologia y pude hallar confort en las pantallas.
Las historias nos llevan por caminos inexplorados, gracias a los libros clásicos aprendí el valor de las editoriales y la imprenta en la industria literaria, y en los libros electrónicos entendí sobre la accesibilidad y el alcance de los libros a la mano de ustedes, amantes y fervientes lectores.
-Ela
Comentarios
Publicar un comentario