LA IDENTIDAD COMO PRIMER PASO PARA LA CURA


“Tener identidad es tener conciencia”. Aperturo con esta frase, no dicha quizás por un sociólogo, pero sí por un pensador, Osho, quien señaló que el ser humano transcurre un derrotero que empieza con la niñez, seguida de la juventud y concluye con la vejez; y que todo cambia en el exterior, pero en el interior la conciencia permanece. Asimismo,  declaró acerca de la identificación como un estado de inconsciencia, pues al identificarse el ser humano con pensamientos, acciones y emociones maquinalmente no se permite la observación de lo que hace y esta distancia de uno, con uno mismo,  es necesaria para poder ser consciente.

Actualmente, todos los peruanos sabemos qué es lo que está ocurriendo, sabemos que existe una pandemia (COVID-19), hemos visto y/o hemos leído acerca de la coyuntura. Esta nos pide no sólo responsabilidad y sentido común, sino que por sobre todo nos pide ser conscientes; sin embargo, pese a los pedidos, a las normas dadas y a las reglas claras del juego para aminorar y ganarle a este virus, existe un número bastante grande de peruanos– que hoy día asciende a más de los 50 mil – que han sido detenidos por no respetar este aislamiento obligatorio.
Mi pregunta, y quizás la de muchos compatriotas que sí estamos cumpliendo la cuarentena, es ¿Por qué pasa esto? Y es allí en donde quiero introducir los dos conceptos, identidad y conciencia.
Si tomamos la frase ‘tener identidad es ser consciente’ y a partir de ella, la identidad ciudadana o social sería ser conscientes de nuestra sociedad y del país en el que habitamos. Pero esta consciencia no se enseña, no se habla y quizás el problema más grande es que no se entiende y por ello, no se produce.

Los peruanos estamos acostumbrados a decir que el Perú es la Inka Kola, el ceviche, Machu Picchu y que esto nos ‘identifica’. No obstante, la identificación es algo distinto a la identidad. Uno se puede identificar con bienes externos, como la comida, una marca o un lugar; del mismo modo, con nuestras emociones y ser ellas, pero aun así no lograr saber quiénes o qué somos verdaderamente.

Desde los inicios de nuestra historia, nos dijeron que nos teníamos que identificar con cierta religión, democracia, la familia o con la forma de llevar este país; dado que, al no haber habido un buen desempeño en todos estos campos, esa identificación nos conduce a un reproche, a un alejamiento de nuestra sociedad. Al no haber identidad, sólo existe esta identificación como si fuera, llamémosla, una “falsa identidad”, la misma que nos convierte en personajes ajenos como ciudadanos, en grupos divididos, con distintas realidades y verdades. Somos descendientes de la cultura incaica y con esta que debería ser nuestra característica primera, esa “rebeldía” o “valentía”; por el contrario, nos hemos convertido en cambio en seres parcos y con miedo. Yo sé que es fuerte esto que sostengo y no me refiero a que cada uno tenga miedo de tal o cual cuestión, sino que como como sociedad existe el miedo, la desconfianza y la desunión. Es por esto que nuestra “falsa identidad” se basa en ello; en que, a pesar de  pregonar una admiración a Chabuca Granda o el agradecimiento a los policías y médicos que están trabajando por nosotros, nuestra identidad aún no nos lleva a ser realmente conscientes de lo que significa ser peruano. Y según la Teoría de la Identidad Social (Turner y Brown, 1978), sin una identidad de pertenencia a un grupo social, nuestra certeza de identidad como individuos también se desdibuja.

Para mí, ser peruano ante todo es ser humano y esto con todo lo que ello conlleva: ser honesto,  responsable, respetuoso, luchador, rebelde, sensible y real. Ser peruano es ser consciente de que tenemos un pasado más allá de la conquista; de que vivimos en comunidades, distritos y/o regiones donde cada uno no es más o menos importante. Ser peruano, es amar cada lugar por el que transitas en nuestro territorio, es honrar las normas y exigir que las honren; es ser observador y jugador para poder afrontar las necesidades individuales pero también las necesidades del país. Ser peruano es ser un buen líder, un buen ciudadano, sin viveza, sin discriminación y sin creer que se sabe más o menos. Se sabe lo que sabe. Ser peruano es ayudar y dejarse ayudar; es desaprender lo estático de nuestras vidas para aprender que, en cambio, todo siempre se mueve. Ser peruano es ser padre, madre, hermana, hermano;  es ser familia. Ser peruano es cuidar lo que tenemos, lo que podemos tener, al otro, a mí mismo, a mi lugar. Es cuidar y cuidarse. Todo esto – y quizás más afirmaciones sencillas de comprender – es la identidad peruana, o más bien la que debería ser.

Ahora que afrontamos a un Perú en caos, donde las certezas son reducidas y el virus un enemigo para todos, deberíamos comenzar a unir estas ideas de consciencia, de generar una identidad tangible, decible como peruanos. En definitiva, no dejar que nos gane una pandemia y culpar al presidente, al mundo o hasta a Dios, sino para que de una vez por todas podamos tomar las riendas, todos y cada uno de nosotros, para poder surgir a pesar de las adversidades.
De esta manera podemos comenzar a evitar tantos detenidos que creen que su libertad permite poner en riesgo a todos los demás ciudadanos y a ellos mismos, tanta falsa información para crear miedo y angustia, tanta crítica en vez de aportes para solucionar, los casos de personas contagiando a sabiendas de ser positivos en el virus, aquellos seres bajos que se aprovechan de la situación para cometer abusos y violaciones contra sus convivientes y sus hijos, aquellos otros seres viles, que habiendo sido dados de un presupuesto destinado para ayudar a sus regiones, aún siguen esperando a ver cómo repartirse el “botín”. Es decir, podríamos empezar a minimizar la inconsciencia, la “falsa identidad” de lo que somos.
Finalmente, para lograr un progreso del país, frente a esta situación, hay que empezar a construir nuestra identidad, una real, con características claras, con divisiones nulas, con aprendizaje del pasado, pies en el presente y esperanza para el futuro. Para sacarnos de esta y quizás de los muchos problemas más que vienen después de esta cuarentena. Peruanos, peruanas hay que ser conscientes de nosotros, del otro y de nuestro país.

Joaquina A.

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