SOLO SÉ EMOCIONAR

Hace un tiempo me dijiste que yo tenía fecha de caducidad; te repetí la premisa para saber si podías reafirmarlo, pero te hice dudar de la verdad absoluta que habías propuesto, al día siguiente, durante la noche, te retractaste y me dijiste que eras tú la que tenía esa fecha.
Me repetiste un par de veces que: hace un buen tiempo ya no sentías nada. Y yo no te conteste ninguna de las 2 veces x 2 razones:

(1) Estaba más concentrado haciendo mi rabieta interna, que no tolera dejarte sin nada y podría explayarme con esto, pero me centraré más en el segundo punto. (2) Porque mientras tú te quejabas por no sentir hace mucho, yo callo el hecho de no haber sentido nada nunca. Es decir, nada propio.

El sentimiento de amor hacia una madre es un amor natural, un amor prestado que siempre recibes y siempre devuelves. Una leona siempre va a proteger a su cría y esa cría no se va a despegar de su madre porque la necesita para sobrevivir. Ningún amor natural te pertenece.

Entonces llegaste tú un día y me propusiste jugar. Qué bien jugabas, disfrutaba tanto jugar contigo al tira y afloja, que no me percataba del tiempo trascurrido.
Sí, yo también soy bueno jugando, porque sé emocionar y el juego contigo se hacía más emocionante, pero de pronto un día, solo dejamos de jugar seguido; hubo días en los que no te apetecía jugar y otras veces no me apetecía seguirte el juego. Entonces nuestro juego se olvidó de ser divertido…

Al principio me gustaba tanto pensar mi siguiente movimiento y taparlo muy bien, como si no quisiera que me sigas lo pasos; después de eso, pensar en el tuyo me hacía explotar la mente, como si de una bomba de hidrogeno se tratara. Trataba de calcularlo, predecirlo, intuirlo, pero cuando más cerca creía que estaba más lejos del cálculo salías. Luego llegamos al mundo real, donde no andar tan seguido con las mismas ganas, enfría tan entretenido juego.
Tienes que admitir que te emocioné un buen tiempo, pero cuando quisiste sentir, yo no estaba listo. A pesar de ser un hombre, tengo sentimientos de niño, no están desarrollados, no sé jugar al tira y afloja con mis sentimientos, o te doy todos los que tengo o no te doy ninguno. Entonces, ya no quisiste jugar nunca más conmigo y me dejaste con el extremo de la cuerda en la mano y con el otro extremo en el piso…

Soy bueno emocionando y también me emociono. Me emociono cuando me tomabas de la mano sin razón alguna, me emocionaba responder tus preguntas, me emocionaba dejarte en intriga y me hubiera gustado seguir emocionándome contigo. Yo nunca sentí nada, pero me gusta creer que lo tuyo es peor, porque al menos tú ya sabes a qué sabe tu plato favorito, solo que hace tiempo que no lo comes, pero quizá, lo tuyo es más triste porque te dieron un pedazo de cielo y sabes cómo se ve…
 Yo, creo que, también sé como se ve un pedazo de cielo, pero desde el infierno y muy de vez en cuando se filtran pequeños rayos luminosos y fugaces, que te hacen darle lengüetadas, como el sediento tomando agua de gota a gota.

Entonces me dejaste jugando solo, me quedé con la emoción, pero sin la emocionada. Porque aún no sé sentir. Y juego siempre con la misma soga, la soga de la emoción, porque es mi favorita y con la que más me divierto, cuando gano celebro a lo grande y la euforia se hace notar, y cuando pierdo solo curvo la espalda y encojo los hombros.

 Me dijiste que tenía fecha de vencimiento… Sí la tengo y sí, la tuve contigo también, me vencí cuando ya no me importaba mostrarte mis pasos, cuando ya no me importaba tu siguiente paso, porque sea cual sea el movimiento, ya sabía cuál iba a dar yo. Quizá me empecé a vencer cuando me dijiste por primera vez que no sentías nada, y quizá terminé de descomponerme cuando me lo dijiste por segunda vez.

Ahora eso ya no me interesa. Solo me interesa pensar una cosa, que, si ambos cumplimos nuestros sueños actuales al pie de la letra, a lo mejor en 20 años nos crucemos en algún bar de Barcelona, y si tú estás libre y yo estoy libre, te diga que: por fin siento algo. Y te proponga a sentir conmigo…

Mau Fox

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